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viernes, 29 de diciembre de 2023

Secretos de mis antepasados revelados por Benito Pérez Galdós



El pasado 1 de diciembre descubrí casualmente la placa dedicada a Benito Pérez Galdós en calle Huertas 3 de Madrid. En este lugar murió trágicamente mi antepasada Gertrudis Romero en 1824. Su estrecho nexo (no deseado) a  Fernando VII propició que el monarca  costeara un funeral de secreto oficiado por la parroquia de San Sebastián. En este domicilio de calle de las Huertas 3 se fraguó la tragedia que vivieron ella y sus hijos, caídos en desgracia ante el absoluto que la había convertido  en su amante tras hacer desaparecer al marido de esta. Hasta que el déspota se cansó de jugar con ella, sin importarle que entre estos huérfanos que dejaba en la indigencia se hallaban tres hijos de sangre real, una de ellas, Fernanda, ahijada (e hija) de Fernando VII.

Los ecos de aquella historia muy probablemente llegaron a Benito Pérez Galdós cuando se instaló en la pensión que se hallaba en ese domicilio cuarenta años después de que lo ocupara Gertrudis. Por entonces el escritor estaba casi recién llegado a Madrid, por allá en 1864 (consta en el padrón de 1866 que reside hace dos años en Madrid). Según Yolanda Arencibia, autora de Galdós Una Biografía, primero vivió en la pensión de calle de las Fuentes y después en la de Huertas, con su amigo Fernando León. ¿Cuánto averiguaría el curioso joven Benito acerca de aquella historia? Sin duda lo suficiente para plasmar en algunos de sus Episodios Nacionales algo de ello, como por ejemplo, lo concerniente a la niña Fernanda. Esto lo explico en detalle en mi libro Voces desde el más allá de la historia, donde añado que también el autor Vicente Blasco Ibáñez hace un guiño a esta viuda y su hija Fernanda. 



Tenía pendiente llegar a aquel lugar por el que tan cerca había estado en otras ocasiones. Esta vez me encaminaba al Ateneo de Madrid para participar en la mesa La joven novela histórica, organizada por la Asociación Escritores con la Historia a la que pertenezco. Con la emoción que tenía por estar en un lugar tan emblemático, participando en un evento junto a grandes autores de novela histórica, añadía el hallazgo de dar con esa placa ubicada justo en lo que fuera casa de Gertrudis. Tan solo quería llegar allí y tomarme una foto de recuerdo. Pero ver allí la placa dedicada a mi admirado Benito Pérez Galdós fue mucho más de lo que esperaba. Desde luego, tomé fotos. Y curiosamente, el evento en que yo iba a participar pocas horas después (trasladándome desde Valencia) era el segundo de la Agrupación Benito Pérez Galdós, fundada por nuestra asociación. Las emociones se agolpaban y casi pude ver como en un flash a Gertrudis agonizando, la salida de su féretro en una noche oscura y en secreto, a sus hijos llorando su muerte y totalmente a la deriva, y luego, a un joven Benito Pérez Galdós interesándose por aquella historia que se había vivido en aquel lugar por una azafata de la reina entre cuyos hijos se hallaba Federico Puig Romero, asesinado en los acontecimientos del 22 de junio de 1866 en el cuartel San Gil de Madrid, siendo coronel del 5º regimiento de artillería a pie. Y fue su asesinato, encubierto por el gobierno de Isabel II, el detonante de la tragedia que marcó el inicio de la rebelión de los sargentos, cambiando el curso del plan previsto por los revolucionarios, que no querían derramamiento de sangre. 


En la mesa La joven novela histórica


Benito Pérez Galdós residía en la calle Olivo cuando esto se produce, y en sus memorias relata cómo vivió aquella infernal jornada. Creo que llegó a saber que mi antepasado Federico era hijo de la azafata que había muerto en la pensión que ocupó en calle Huertas. Al menos lo deduzco por la forma en que describe en el episodio Prim lo sucedido en el cuartel. Pero no sé cuánto pudo saber sobre la relación entre Federico e Isabel II que dio como fruto al malogrado Alfonso XII.

Cuartel de San Gil en Madrid

Con mi admiración y respeto al genial escritor, agradezco la gran ayuda obtenida a través de sus Episodios Nacionales para mis investigaciones. Y guardaré siempre el recuerdo de esa tarde posando junto a la placa dedicada a Benito Pérez Galdós.  



miércoles, 24 de enero de 2018

Una investigación abierta a más investigadores

Mi primera visita al Archivo Militar del Alcázar de Segovia.

La vida media de un libro actual suele ser de dos años. Pasado este plazo para Voces desde el más allá de la historia ha ido expandiéndose, llegando cada vez a más librerías y lectores. Las modas pasan, pero la historia no; permanece. Y los hechos aceptados en libros de historia algunas veces han de reescribirse cuando la investigación descubre nuevos datos que desmontan otros dados como ciertos.

Voces desde el más allá de la historia es un ensayo de divulgación asequible a cualquier público, escrito con un lenguaje sencillo y que pretende ser ameno, sin perder rigurosidad e intentando no incurrir en las afirmaciones no contrastadas con datos. Este libro deja al descubierto hechos inéditos que han pasado por alto y encubren graves circunstancias en las que hay asesinato y muertes silenciadas vinculadas a la monarquía española.


Estos hechos ocultos e incluso llegados a falsear por algún historiador se han logrado rescatar gracias a la pertinacia de un trabajo de investigación de años que contaba con la ventaja de tener un punto de partida con que no han contado otros investigadores: una historia secreta contada por tradición oral familiar. Había sido receptora de los testimonios que escuché en casa desde niña y un buen día decidí que era hora de averiguar qué había de cierto en aquel cruento asesinato de mi tatarabuelo militar que atestiguaron su esposa y dos hijos pequeños, el sospechoso comportamiento de la reina Isabel II hacia esta familia y el secreto de la posible paternidad de este asesinado sobre el heredero de la corona Alfonso XII. Dicha paternidad llegó a ser irrelevante ante el maremágnum de información oculta que hallé y conduce a una negra historia de Fernando VII con esta familia, anclada involuntariamente a la dinastía Borbón en generaciones que sufrieron las consecuencias de caprichos regios.

Hay mucho que escarbar en los acontecimientos del 22 de junio de 1866, y yo he empezado esa labor dejando abierto el camino a otros investigadores e historiadores que valoren este trabajo recogido en Voces desde el más allá de la historia, mediante toda la documentación y fuentes que aporto con la finalidad de permitir redescubrir qué ocurrió realmente, cuántos hechos quedaron falseados y encubiertos, con muertes que nunca llegaron a esclarecerse, y cuánto de parte en ello tuvo la monarquía española. Espero que este granito de arena que aporto llegue con el tiempo  a ser una eficaz contribución a la historia, que debe ser asequible para todos.






lunes, 8 de enero de 2018

El extraño encarcelamiento del general Serrano ordenado por Isabel II en 1866

Francisco Serrano y Domínguez, Isabel II y Federico Puig Romero.

Voces desde el más allá de la historia revela datos inéditos sobre hechos y personajes que en la historia de España han pasado desapercibidos a pesar de su relevancia. Y uno de ellos tiene que ver con la orden de arresto y encarcelamiento emitida por la reina Isabel II contra el general Serrano, firmada el 30 de diciembre de 1866, para que pase en esta situación al castillo de Santa Bárbara (Alicante). Resulta de lo más chocante este abrupto cambio de la reina respecto a uno de sus espadones, y más después de haberle concedido apenas unos meses antes la máxima distinción que otorga la corona española: el tosión de oro. La razón, su actuación el 22 de junio de 1866 en la sublevación del cuartel de San Gil de Madrid iniciada con el asesinato del coronel de artillería Federico Puig Romero en circunstancias encubiertas por el gobierno de Isabel II.

¿Qué ocurrió para que la reina tomara semejante determinación con Serrano? La orden fue dada inmediatamente a una reunión mantenida con dicho general, que el 22 de junio de 1866 había sido el encargado de tomar el cuartel de San Gil y acorralar a los sublevados. A su entrada al cuartel tuvo la oportunidad de conocer exactamente la ubicación de los cadáveres de oficiales de artillería muertos en la jornada, y tanto este dato como otros son falseados en el expediente de los acontecimientos. La implicación de la reina en ocultar las auténticas circunstancias del asesinato de Federico Puig Romero parece que tuvo como cómplice al general Serrano, quien conocía muy de cerca al coronel Puig, tanto para llamarle hermano, según refiere José María Pereda aludiendo a un discurso pronunciado por el general en 1867 hablando de estos acontecimientos. Por entonces Serrano ya había quedado libre de esta breve prisión a la que acudió acompañado por Eduardo Gasset y Artime, que ese mismo año fundaba el diario El Imparcial.

Sala Larga del Castillo de Santa Bárbara, con escudos de armas de familias alicantinas. En la foto señalo el de la familia Puigmoltó.


Resulta de los más llamativo que se le permitiera acudir a su prisión acompañado de un periodista. ¿Qué ases tenía en la manga el general Serrano que sin embargo no le funcionaron con Isabel II?  Pocos meses tardaría en aliarse con el general Prim en la revolución de septiembre de 1868, algo irónico teniendo en cuenta que había defendido a la reina contra la revolución de 1866 liderada por el general Prim.

¿De dónde venía el nexo del general Serrano con el coronel de artillería Puig para que le llamase hermano? El general Serrano había sido director del cuerpo de artillería a partir de 1854(1) y en octubre de 1858 le fue encargado tomar las medidas necesarias para que desaparecieran las prevenciones de la opinión pública contra el colegio de artillería. Semejante desprestigio de dicho establecimiento coincidió con la etapa de expansión del rumor sobre los amoríos de la reina con el capitán de ingenieros Enrique Puigmoltó que probablemente sirvió de tapadera para la del comandante Puig (Federico) en la época inmediatamente anterior a la concepción del príncipe Alfonso(2) en que se intentó borrar todo rastro de su nexo al colegio de artillería en su expediente.

De hacerse pública la posible paternidad de Federico sobre el príncipe Alfonso podría destaparse un pasado muy turbio de la familia de Federico junto al padre de la reina, Fernando VII. Y a juzgar por el cambio radical del absoluto hacia Federico y sus hermanos, la información que poseían era muy grave.

¿Cuánto conocía de esto Serrano y cuál fue su participación en el asesinato de Federico y su encubrimiento?  Las claves son expuestas en  Voces desde el más allá de la historia, un libro que abre las puertas a los investigadores que quieran adentrarse en los entresijos de estos acontecimientos y sus implicaciones políticas.



(1)Francisco Serrano y Domínguez fue director general de artillería durante los períodos comprendidos entre el 1 de agosto de 1854 a y el 4 de junio de 1856 y entre 1 de julio de 1858 y 26 de octubre de 1859.
(2)La concepción del príncipe Alfonso fue aproximadamente a comienzos de 1857, dado que nació en noviembre de este año.

lunes, 18 de diciembre de 2017

La implicación del general Prim en el asesinato del presunto padre de Alfonso XII

Federico Puig Romero y Juan Prim y Prats.

Se han escrito muchos libros dedicados al general Prim y otros tantos a la reina Isabel II, destronada en 1868 sin apenas esfuerzo con la revolución denominada La Gloriosa, en la que se aliaron los generales Prim y Serrano, aparentemente enfrentados en la sangrienta revolución iniciada en el cuartel de San Gil de Madrid el 22 de junio de 1866, liderada por el general Prim y reprimida por el general Serrano, encargado de la toma del cuartel de San Gil por los insurrectos, que iniciaron allí su revuelta a primeras horas de la madrugada.

Asalto del cuartel de San Gil el 22 de junio de 1866.

El gobierno de Isabel II falseó las circunstancias de cómo ocurrieron los hechos y concretamente, del asesinato del coronel de artillería Federico Puig Romero, del cual se quiso hacer creer que murió en medio de la sublevación, ocultándose que fue asaltado en su vivienda y atacado sin posibilidad de defenderse. El gobierno tenía razones muy poderosas para proteger a los autores intelectuales de esta conspiración, lo cual lleva a Isabel II a ofrecer todo tipo de concesiones a la esposa e hijos del coronel Puig, testigos de cómo ocurrió realmente el asesinato. Los documentos se alteraron desde el primer momento, y en esto sin duda está la participación del general Serrano cuando asalta y toma el cuartel de San Gil.

General Francisco Serrano y Domínguez.

Existía un negro pasado que vinculaba a los padres de Federico Puig Romero con Fernando VII, padre de la reina Isabel II, al cual le preocupó en exceso contentar a Federico y sus hermanos cuando algo de ese pasado podía salir a la luz. Años después se darían las circunstancias de la presunta paternidad secreta de Federico sobre el heredero de Isabel II, el príncipe Alfonso (nacido en 1857), que siempre quedó encubierta por la de otro oficial, Enrique Puigmoltó y Mayans. Pero algo ocurre en 1863 que remueve todo este pasado. A partir de aquí el general Prim intenta presionar a la reina para ser llamado al gobierno, sin resultados, llegando finalmente a utilizar la revolución para poner en jaque a la reina.

Isabel II y su heredero el príncipe Alfonso.

El 22 de junio de 1866 el gobierno, conocedor de los planes revolucionarios,  juega con ventaja cuando estos se alteran con el asesinato sorpresivo del coronel Puig antes de la hora pactada para el inicio de la revuelta. Ocultas las circunstancias, falseados los documentos y silenciando testigos, se expanden rumores falsos de prensa sin dar nunca una versión oficial. Se realizan fusilamientos masivos de soldados y sargentos, siendo los últimos el 7 de julio, cuando se fusila al asesino del coronel Federico Puig, sin especificarse nombres y sin haberse esclarecido siquiera el lugar de los hechos ni los autores. Entre estos sargentos fusilados por tal motivo algunos están estrechamente ligados al general Prim, que posteriormente premia a sus respectivas familias. El silencio estaba garantizado.

¿Qué parte tomó el general Prim en este asesinato? ¿Y el general Serrano? ¿Cuál Isabel II? ¿Cuál el resto de borbones? ¿Tenía algo que ver en ello la paternidad del príncipe Alfonso? ¿Qué información poseían Federico y sus hermanos tan importante de ocultar para Fernando VII?  ¿Cuánto de esto sabía el general O'Donnell? ¿Cuánta gente del poder participó en el encubrimiento del asesinato de Federico Puig Romero? ¿Existe una relación entre el asesinato de Federico Puig Romero y el atentado contra el general Prim en 1870?

Las claves se hallan en Voces desde el más allá de la historia. Puedes descargar los primeros capítulos en este blog.

martes, 13 de junio de 2017

El asesinato del presunto padre de Alfonso XII no formaba parte de los planes revolucionarios



A mediados de junio de 1866 los planes revolucionarios con el objetivo de derrocar a Isabel II ya estaban en marcha y se tenía previsto iniciar una sublevación militar en el cuartel de San Gil de Madrid, actualmente Plaza España, a unos cinco minutos del Palacio Real donde Isabel II estaba ya al tanto de lo que se estaba fraguando. El gobierno, liderado entonces por el general O’Donnell, sabía lo que se avecinaba y tomó sus posiciones.

Cuartel de San Gil en Madrid, muy cerca del Palacio Real.

Los sargentos de artillería del cuartel de San Gil deberían sorprender a sus jefes y oficiales desarmándoles y apresándoles. Las voluntades de los sargentos fueron compradas de acuerdo a los planes del general Prim, cuyo brazo ejecutor sería el capitán de artillería Baltasar Hidalgo de Quintana. Una vez logrado esto, los sargentos y soldados sacarían la artillería a la calle para armar a los civiles que se unirían a la lucha por la libertad. El pueblo participaba, y esto no era uno de los tantos pronunciamientos militares de aquel tiempo. Se habían aglutinado fuerzas ideológicas de distinta índole en el objetivo común de derrocar a Isabel II.

El general Prim, director del plan revolucionario del 22 de junio de 1866.

El 14 de junio de 1866, Baltasar Hidalgo de Quintana, tras negarse a un impago adeudado al cuerpo de artillería, solicita la licencia absoluta. En la fecha acordada para la sublevación, 22 de junio, Hidalgo no tenía aún su licencia absoluta y de ahí que los oficiales de artillería nunca perdonaran lo que consideraron una traición, porque atentar contra sus compañeros era faltar a sus compromisos de honor y corporativismo  que legendariamente habían caracterizado al cuerpo de artillería.

No ocurrió nada como se había planeado, porque el asesinato del coronel Puig en su vivienda y al margen de los planes revolucionarios se produjo al menos una hora antes de la hora acordada, a las cinco, con el toque de diana. Aquella conspiración de que fue objeto, sin posibilidad de defenderse y siendo testigos su esposa y dos hijos de trece y diez años, había permitido al gobierno de Isabel II dar al traste con la revolución, que ya sin el factor sorpresa esperado, sino al contrario, sorprendidos por este brutal asesinato, sumió al cuartel en un escenario de sangre y horror donde fueron víctimas mortales no solo otros oficiales, sino muchos soldados que murieron solo por obedecer órdenes. Se vieron atrapados en la ratonera en que se convirtió el cuartel de San Gil, sabiendo que si sobrevivían serían fusilados.

Recreación de lo ocurrido en el cuarto de banderas del cuartel de San Gil,
 donde se quiso hacer creer fue muerto el coronel Puig.

La familia del coronel Puig no pudo decir la realidad de lo que habían vivido. La reina Isabel II se entrevistó personalmente con ellos ofreciéndoles concesiones extraordinarias y pidiendo la garantía de silencio sobre cómo había ocurrido este asesinato, que se divulgaría al público como una acción de guerra heroica del coronel Puig intentando contener la sublevación, cuando lo único que pudo llegar a hacer es abrir la puerta de su vivienda confiado en sus subordinados, algunos de los cuales tenían mucho que agradecerle.

Lucha a muerte de los revolucionarios atrapados en el cuartel debido a la alteración inicial del plan.

La historia se contaría como convenía a Isabel II. Quedaría en silencio todo lo que podría hacerse público y la perjudicara en relación a Federico Puig y el pasado tenebroso que ligó a la familia de este con el padre de la reina, Fernando VII. Quienes conspiraron contra Federico Puig Romero contaban de antemano con la protección de la reina Isabel II a los que participaron en esta terrible matanza. Los revolucionarios inocentes que buscaban libertad y luchaban abanderados por el general Prim, que no llegó a aparecer aquel día, desconocían este plan paralelo. El resultado: oleadas de fusilamientos en los días sucesivos. El plan había fracasado, el gobierno lo había controlado, pero aquella jornada sangrienta pesaría a la dinastía Borbón mucho más de lo que imaginaba.

Fusilamientos masivos por el gobierno de Isabel II.

lunes, 27 de junio de 2016

La dinastía Borbón y el asesinato de Federico Puig Romero




Federico Puig Romero y su presunto hijo Alfonso XII.

El 22 de junio pasado se cumplieron 150 años del asesinato de Federico Puig Romero que es falseado por el gobierno de Isabel II, la cual hace concesiones extraordinarias a su viuda y huérfanos, testigos de la conspiración en su casa y al margen de los sucesos revolucionarios iniciados para derrocar a la reina en el cuartel de San Gil, donde era coronel de artillería Federico.  Los planes revolucionarios, conocidos por el gobierno, son alterados con este asesinato antes de la hora prevista, en su vivienda dentro del cuartel y sin opción de defenderse. El gobierno oculta estos hechos haciendo parecer lo ocurrido como producto de la sublevación y se pacta silencio con su familia, recurriéndose a testigos falsos e informes fraudulentos.


Isabel II.

La reina protege especialmente a los dos hijos huérfanos de Federico, supuestamente hermanos de Alfonso XII, su hijo y heredero, según consta en carta dirigida por este siendo ya rey a sus hermanos Federico y Enrique Puig Romaguera. El secreto de esta paternidad del príncipe Alfonso se mantiene lanzando rumores desde palacio sobre Enrique Puigmoltó y Mayans para así desviar la atención hacia Federico, con un negro pasado de su familia junto a Fernando VII, padre de Isabel II. Federico y su madre hubieron de aceptar sin rechistar el asalto a su dignidad que supuso ser elegidos por su reina y rey, respectivamente, cuyos caprichos se complacían a costa de vidas que estorbaban si era necesario, como sucede con el padre de Federico, cuya muerte en extrañas circunstancias y falsificación de documentos deja el camino libre al déspota para disponer a su antojo de la viuda llevándola a palacio. La historia parece repetirse con Isabel II, que elige a Federico.


Fernando VII.

Pero si la muerte de los padres de Federico, en que está involucrado directamente Fernando VII, pasa desapercibida en la historia, ocurre lo contrario con la de Federico y otros compañeros de artillería muertos en 1866, que en 1872 son noticia en todos los periódicos originando un conflicto sin precedentes en el cuerpo de artillería que concluye con la dimisión de todos los oficiales del arma y a continuación la del rey Amadeo de Saboya, traído por el general Prim en 1870 tras la salida de los borbones en 1868. Amadeo renuncia a su cargo tras firmar el decreto de disolución del cuerpo de artillería surgiendo a continuación la primera república en España el 11 de febrero de 1873.
El asesinato de Federico Puig Romero el 22 de junio de 1866 sigue sin resolver y en el encubrimiento de cómo aconteció participa la dinastía Borbón en más de un reinado. ¿Por qué interesó también taparlo al general Jorge Vigón, quien fuera preceptor de Juan Carlos I, monarca impuesto por el dictador Franco?