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martes, 27 de septiembre de 2022

Alfonso XII, un rey insólito en la dinastía Borbón

Alfonso XII con Federico Puig Romero a su espalda (montaje de Paco Arenas)

Nada en la vida de Alfonso XII recuerda al resto de la estirpe borbónica que actualmente reina en España. Como mucho, su afición a los excesos de la concupiscencia, como finamente lo dice el autor Ángel Salcedo Ruiz, achacándolo a su temperamento ardiente, su imaginación viva y las seducciones propias de su posición altísima.  Esta posición altísima sin duda fue el detonante de la desmedida afición al sexo de la dinastía Borbón más que su genética, que por otra parte, con tanta endogamia, no propiciaba las mejores luces para sus representantes, que hallaban en esta práctica la justificación de su principal deber regio de procrear para dejar un heredero de la corona. Y en este oficio se empleaban a fondo hallando así un modo fácil  de rellenar las horas muertas de su rutina palatina, prácticamente todas. Esto sin embargo no ocurre con Alfonso XII. 

Fernando VII, Isabel II y Alfonso XII

Alfonso XII nunca desatendió sus obligaciones e incluso se excedía en el cumplimiento del deber. Ello en parte acabó prematuramente con su vida. Tal como dice Salcedo Ruiz, su cuerpo fue debilísimo, linfático, para cuidado con mucho esmero; pero él se creyó siempre un hombre robusto, capaz de todos los deportes y de sobrellevar los trabajos y fatigas. Todo lo contrario de su madre, Isabel II, que hacía esperar a sus ministros las horas necesarias para estar reposada tras noches de lujuria con su larga lista de amantes, Alfonso XII no se permitía desatender sus obligaciones, y ello implicaba no dormir si era necesario. Agotaba sus días y sus noches esquivando la muerte que le acechaba al estar sentenciado por la tuberculosis que padecieron en la familia de su padre secreto, Federico Puig Romero. La leyenda siempre atribuyó esta paternidad al oficial de Ingenieros Enrique Puigmoltó, pero pese a lo que se decía, dicho oficial nunca fue tísico ni murió antes de tiempo, cosa que sin embargo ocurrió a Federico, no de tisis como sus hermanos y nietos, sino asesinado y estando en ello involucrada  la  madre de Alfonso XII, Isabel II, tal cual lo estuvo el padre de esta, Fernando VII, con los padres de Federico. Todo ello se detalla en mi libro Voces desde el más allá de la historia (su versión novelada es Alfonso XII y la corona maldita). 


Sargentos disparando a sus jefes el 22 de junio de 1866, cuando fue asesinado Federico Puig Romero en el cuartel de San Gil de Madrid

Alfonso XII también se distinguía del resto de la estirpe borbónica por sus luces y la gran formación recibida lejos de la corte, en prestigiosos centros extranjeros durante el exilio de su madre. Del joven monarca que inició su reinado recién cumplidos los diecisiete, destaca Salcedo Ruiz su entendimiento, el gusto por la lectura de los buenos poetas y su, más que facilidad de expresión, elocuencia. A esto se añade una gran capacidad de improvisación, como queda constatado en una sesión que presidió al comenzar su reinado en la Academia de Jurisprudencia, donde con su improvisado discurso entusiasmó incluso a sus no afectos. 


Academia de Artillería en Segovia

De sus frecuentes visitas a la Academia de Artillería en que se graduaron sus ignorados hermanos Federico y Enrique Puig Romaguera y dio clase el padre de los tres quedó reflejada en el Memorial de Artillería la realizada el 27 de julio de 1876, donde se hallan diversas anécdotas de ese día, en que se le recuerda brillando su elocuente improvisación por la locución fácil y galana y más principalmente por sus elevados pensamientos. De acuerdo al programa del evento, su hermana la princesa de Asturias y él asistieron a diversas clases escuchando las explicaciones de los alumnos elegidos para la lección correspondiente. En la de Mecánica Alfonso dio pruebas de su conocimiento de los aparatos electro balísticos. Igualmente emitió acertadísimos juicios sobre los fusiles Remington, Snider y otros. A un oficial que no podía participar en campaña y debía solo dedicarse a la enseñanza le dijo: «Los servicios que V. ha prestando a la academia son más importantes que los que hubiera podido presentar en campaña; y si el deseo del peligro y el sacrifico de la tranquilidad y del reposo son dignos de estimación y loa, las distinguidas cualidades que exige el desempeño de su cargo son ya de por sí un título muy alto para la estimación pública».

Dejó aquella visita un imborrable recuerdo a los artilleros, destacando la claridad de juicio que distingue a la augusta persona y el sentimiento de justicia que inspiran sus palabras todas y sus actos

Biblioteca de la Academia de Artillería en Segovia

Por Real orden de 4 de agosto agradeció a la Academia por el excelente estado en que se hallaba, y al día siguiente dio la Real orden para la prisión de Baltasar Hidalgo de Quintana, personaje por el que sentía repulsión el cuerpo de artillería, hasta llegar al extremo de renunciar todos a sus cargos antes que tener que obedecerle, desencadenando así un conflicto de gran alcance que derivó en el surgimiento de la primera república española en febrero de 1873. Hidalgo estaba estrechamente vinculado al asesinato de Federico Puig Romero

Alfonso XII falleció el 25 de noviembre de 1885, estando ya gravemente enfermo desde septiembre, tras haberse expuesto, en contra de su gobierno, yendo a escondidas, a visitar a los enfermos del cólera, al igual que lo hizo por aquel entonces su hermano Federico Puig Romaguera. Aun en ese estado de gravedad, Alfonso XII no desatendió sus obligaciones y aún tuvo aliento para atender la petición del indulto al cabo Eugenio Felsinet Hernández, del regimiento de Lanceros del Rey, condenado a muerte el 23 de septiembre por un delito de sedición. El 25 se lo concede tras haber leído con detenimiento la sentencia, como demuestra que mandara una nota reservada  destacando la forma singular e impropia con que se halla redactada la censura suscrita por el fiscal togado interino de ese alto cuerpo, cuyo funcionamiento, si bien en el ejercicio de la importante misión que le está encomendada ha podido apreciar los hechos con libertad completa de criterio, sobre lo cual nada puede objetarse, no ha debido en manera alguna valerse en un dictamen de términos desusados ni emplear como lo hace por punto general, un lenguaje que sobre ser favorable a la disciplina contrasta visiblemente con la gravedad del asunto a que se refiere la censura en la que no cabe admitir consideraciones de cierta índole opuestas a la seriedad y templanza que exigen documentos de esta clase.

Ya sus días estaban contados y fallecería dos meses después. La brevedad de su reinado deja el interrogante de cómo habría cambiado la historia de no haber muerto tan prematuramente. Para el autor Ángel Salcedo Ruiz, de haber seguido reinando, en el gran conflicto de 1898 él hubiera evitado la fatal catástrofe. Quién sabe si hubiera sido así, pero sí puede presumirse que su hijo Alfonso XIII habría tenido una formación muy distinta y quién sabe si hubiera aprendido a trabajar...