Difícil es imaginar el pánico vivido por la esposa y los dos hijos del coronel de artillería Federico Puig Romero al escuchar su asesinato tras una puerta y sentir sobre ellos la amenaza de correr la misma suerte. Los ejecutores de este terrible cometido contaban con la protección del gobierno de Isabel II, que días después de la tragedia recibe en palacio a la viuda y huérfanos. Fue una distinción tan notoria que lo reflejó la prensa, sin hablarse de otra entrevista de viudas de otros oficiales de artillería también muertos el 22 de junio de 1866 a manos de sargentos sublevados.
Amalia Romaguera, viuda de Federico Puig Romero, acudía con sus dos hijos, que en el futuro descubrirían el parentesco de hermanos que les unía al heredero de Isabel II, la cual a partir de esa entrevista se convirtió en protectora oficial de ellos concediéndoles una gracia sin ejemplar remuneratoria de la funestísima desgracia basada en las especiales circunstancias de la muerte de su padre. Concede además Isabel II una cantidad de su propia asignación para los huérfanos en concepto de pensión. Y tanto quería contentar Isabel II a Amalia Romaguera que decide elevarle la pensión más allá de los límites legales vigentes, lo que implicó crear un proyecto de ley para esta concesión. El congreso de los diputados debate en el congreso sobre esto, y el 8 de mayo de 1867 se solicitan cuantos hechos y noticias estime oportunos a fin de que se esclarezcan todas las circunstancias que precedieron a la sublevación del regimiento que mandaba este jefe el día 22 de junio del año próximo pasado, y las que ocurrieron en el acto de cometerse su asesinato.
El 21 de mayo, coincidiendo con la repentina muerte de Félix Martín Romero, primo hermano de Federico que acompañó en la entrevista a la viuda y huérfanos y estaba casado con la nieta del valido Godoy, los encargados de tramitar el requerimiento del congreso de los diputados eluden la respuesta acerca de cómo ocurrió el asesinato, aconsejando se responda que respecto a las circunstancias que precedieron y siguieron a la sublevación del 5º regimiento de artillería a pie nada consta que pueda perjudicar la buena reputación del coronel Puig y demás jefes y oficiales. 21 de mayo de 1867.
Casi un año después del asesinato, del que se habían dado diversas versiones en prensa consentida por el gobierno sin dar desmentido alguno, con contradicciones sobre la ubicación de su cadáver que se ocultaron en el expediente de los acontecimientos, no se explica ni una sola circunstancia del asesinato al congreso de los diputados, pese a que se fusilara a su supuesto asesino en cuanto se filtró la noticia que desmontaba las cortinas de humo lanzadas por el gobierno. ¿Cuánto temía Isabel II pudiera descubrirse y perjudicarla gravemente si salían a la luz las auténticas circunstancias del asesinato?