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sábado, 27 de agosto de 2016

Felipe VI y el maleficio del número seis



Felipe VI junto a su padre, Juan Carlos I.

Felipe VI inició su reinado el 19 de junio de 2014 tras abdicar en él su padre, Juan Carlos I. Muchos opinan que será el último monarca español basándose en sólidos argumentos que desmontan el mito de que la estabilidad de España depende de la existencia de la monarquía. Lo cierto es que la monarquía nunca ha sido estable, y para afirmarlo me atengo a los datos aportados por el ya fallecido periodista y escritor Juan Balansó en su libro La familia real y la familia irreal1.

Balansó desvela la existencia de lo que él denomina el maleficio del número seis sobre la monarquía española; lo curioso es que se verifica desde tiempo ancestral para diversas dinastías, incluidas la aragonesa, navarra, los Austrias, Borbones y... hasta los carlistas. Es como un maleficio o sortilegio que hace que, cada seis reinados, la dinastía se extinga y la familia continúe por otra rama. Juan Balansó nos ilustra este aserto con todo lujo de detalle remontándose a la reina Berenguela, coronada en Castilla en 1217. El sexto de sus herederos, Pedro I el cruel, es asesinado por su hemanastro Enrique II de Trastámara.

Juan Balansó.
  
El vástago número seis de este nuevo monarca es Isabel I la Católica, pasando la corona a los de Aragón, que se mantiene hasta el sexto heredero: Juana la Loca, cuando se da inicio a la dinastía Austria. El último de esta dinastía -¡cómo no!- es el sexto, Carlos II el Hechizado. Al morir este, el trono pasa a la dinastía Borbón.

El sexto de esta dinastía no es otro que Fernando VII, el cual me afecta directamente por el trágico entrecruce con mis antepasados, con asesinatos y muertes en extrañas circunstancias que saco a la luz en mi libro Voces desde el más allá de la historia. Este monarca no solo fue fatídico para mis ancestros sino para España incluso después de su muerte, cuando se produce la disensión entre dos ramas, la isabelina (su hija) y la carlista (su hermano). En la línea carlista surge el cambio al llegar al sexto heredero, Alfonso Carlos I, el cual muere sin descendientes, con lo cual, se retorna a la rama isabelina, vencedora de la guerra civil que coronó a Isabel II, con consecuencias nefastas para mi antepasado el coronel de artillería Federico Puig Romero, cuyo asesinato es encubierto por su gobierno.

Al llegar a este recuento me surgen dudas. El tercer heredero es Alfonso XIII, que en 1931 marcha al exilio y surge la segunda república. Juan Balansó sigue contando a pesar de todo, pasando a don Juan, el conde de Barcelona, y llegando al quinto heredero, impuesto por Franco, Juan Carlos I. ¿Adivinan quién es el sexto? Para más inri, lleva el seis en su nombre. Si creyéramos en que se seguirá cumpliendo el maleficio, le tocaría el turno a Felipe VI. Pero aquí ya no procedería un cambio de dinastía, sino de sistema, llegando por fin a la democracia auténtica, que es la república.  

Dejando de lado lo anecdótico de esta chocante reincidencia del cambio que se viene registrando en el heredero número seis en la monarquía a lo largo del tiempo, la pregunta queda en el aire: ¿Cuándo se producirá el fin de la monarquía por tercera vez (y definitiva) en España? La primera fue en 1873 y en ello tuvo gran peso el asesinato de mi tatarabuelo, cuyas oscuras circunstancias y el empeño de encubrirlo a lo largo de distintos gobiernos saco a la luz en Voces desde el más allá de la historia.  



1Juan Balansó, La familia real y la familia irreal, Planeta, Barcelona, 1993.

miércoles, 3 de agosto de 2016

Maquinaciones de Fernando VII: el ingreso de Vicente Puig Romero en el Real Seminario de Nobles de Vergara



Real Seminario de Nobles de Vergara en Guipúzcoa.

El 2 de junio de 1815 firmaba Vicente Puig Formenti la solicitud de admisión de su hijo mayor, Vicente, de casi doce años, en el Real Seminario de Nobles de Vergara. Ni de lejos imaginaba la trampa que le tendería Fernando VII cuando escribía que dirigía carta al Rey por el conducto que las órdenes de S.M. me han señalado. Confiaba ciegamente en las facilidades que Fernando VII le había dado a pesar de haberse hecho pública la inexistencia de fondos para mantener a los seminaristas. El director responde el 22 de junio de 1815 a Vicente Puig que solo podría ser admitido si los gastos corrían por cuenta del Real Erario, es decir, del bolsillo de Fernando VII, lo que implicaba gestiones especiales en la corte dependientes de la real mano que pondrían en jaque a la numerosa familia de Vicente, acantonado por entonces en Guipúzcoa, donde se ubicaba dicho establecimiento.

Miguel de Lardizábal y Uribe, direcrtor del Real Seminario de Nobles de Vergara. Retrato realizado por Goya en 1815.


El fatídico instante en que el soberano absoluto puso los ojos en Gertrudis Romero, esposa de Vicente Puig, cambió el rumbo de sus existencias para siempre. Vicente Puig sobraba en los planes del absoluto, y es así como ella queda embarazada en ausencia de su marido. Al poco de confirmarse su estado fallece misteriosamente en Pamplona Vicente Puig incluyéndose un certificado falso de su defunción en los trámites de la viudedad. Curiosamente en un castillo de Pamplona es encerrado el director del seminario, Miguel de Lardizábal y Uribe, que por las fechas en que atendía la solicitud de Vicente Puig se hallaba en plena gestión secreta del próximo enlace del déspota con María Isabel de Braganza. Este personaje que desde 1814 había ocupado el importante cargo de Ministro General de Indias cae en desgracia por las fechas en que la extraña muerte de Vicente Puig deja el camino libre a Fernando VII para que  Gertrudis se convierta en azafata de la nueva reina en marzo de 1816, seis meses antes de que se contrajera el enlace real.



El Real Seminario de Nobles de Vergara tenía gran prestigio y allí se educaba la élite de la sociedad de aquel tiempo. En esta institución descubrió el wolframio Fausto Elhuyar, y vinculados a su historia se hallan nombres de prestigio como los de Félix María Samaniego, el conde de Peñaflorida, Valentín de Foronda y el mismo Miguel de Lardizábal y Uribe, entre otras personalidades. Vicente Puig Romero nunca llegó a ser alumno y a cambio, hubo de convertirse en tutor de sus hermanos al quedarse huérfanos cuando el absoluto decidió deshacerse del juguete en que había convertido a Gertrudis Romero, haciéndose a cargo de los gastos del oficio funeral de secreto de la ex azafata y madre de tres presuntos hijos de Fernando VII. El ensañamiento del absoluto con esta familia les sume en años de indigencia hasta que algo inesperado lleva al déspota a cambiar su actitud y estar dispuesto a todo tipo de concesiones. Los oscuros secretos de Fernando VII pesaban demasiado. 

Fausto Elhuyar, profesor del Real Seminario, donde descubrió el wolframio.