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sábado, 27 de octubre de 2018

Lo que no se ha contado de las Memorias Íntimas del marqués de Mendigorría





Fernando Fernández de Córdova (1809-1883)



El próximo 30 de octubre se cumplirán 135 años de la muerte del general Fernando Fernández de Córdova, autor de las Memorias Íntimas que dejó encargado se publicaran en cuanto muriera. Su primogénito Luis tardó tres años en cumplir esta voluntad. El 27 de julio de 1886 se anuncia en La Época que previamente a la publicación del libro incluirán fragmentos en el periódico, comenzando ese día con las Jornadas en los Sitios Reales, donde se incluye la famosa anécdota que recoge el marqués de Villa-Urrutia en su libro Las mujeres de Fernando VII (1916) sobre los escarceos de Fernando VII con una viuda, que por cierto me sirvió de inspiración para dar nombre a un capítulo de mi libro Voces desde el más allá de la historia que titulé La hermosa viuda, refiriéndome a mi antepasada Gertrudis Romero.


Añaden en La Época: ‹‹Los que lo conocen saben el mérito de esta obra, que, principalmente, consiste en la copia de datos que la prodigiosa memoria del General Córdova acumuló acerca de los sucesos que llenan tres cuartas partes del siglo actual, desde sus primeros años hasta 1873››. Causa extrañeza esta noticia puesto que en el libro no se incluye la época crucial de 1873 en que llegó la primera república tras el conflicto artillero iniciado en noviembre de 1872 en el que desempeñó un papel preponderante el general Córdova, como ministro de guerra del gobierno de Manuel Ruiz Zorrilla durante los coletazos del reinado de Amadeo de Saboya.

Leyendo estas Memorias no puede negarse el talento literario del general Córdova, dotado además de una gran habilidad diplomática, o quizá camaleónica, dándosele muy bien fraternizar con bandos contrapuestos. A este controvertido personaje he dedicado buena parte de las investigaciones para intentar esclarecer las circunstancias del asesinato de mi tatarabuelo Federico Puig Romero el 22 de junio de 1866. No añado por tanto más de lo que sobre él cito en mi libro Voces desde el más allá de la historia, y me centraré en su primogénito Luis Fernández de Córdova y Remón Zarco del Valle, mayor de sus tres hijos y heredero del título de marqués de Mendigorría. Di con él casualmente en mi investigación y despertó mi interés su vida, prematuramente cortada a los 52 años por una muerte violenta.

El Heraldo, 13 de febrero de 1906
Militar del arma de infantería, como su padre, el 26 de enero de 1891 se anota en su hoja de servicios que ha donado los beneficios de la venta de las Memorias Íntimas, que ascienden a 50000 pesetas, al Colegio de Huérfanos del Arma. En 1899 se realizaría una segunda edición en el Establecimiento tipográfico de El Liberal, con cuyo administrador mantiene correspondencia Córdova  entre marzo y septiembre, cuando se imprimenn 300 ejemplares, lo que no deja lugar a dudas acerca del éxito del libro.

Ciertamente, Córdova tenía muchas anécdotas que contar, bastantes de ellas guardadas para sí. Conoció personalmente a dos hombres muy cercanos a Isabel II: el duque de Baena (José María Ruiz de Arana), a quien se achaca la paternidad de la infanta Isabel, más conocida como la Chata, y también a Miguel Tenorio de Castilla, a quien el autor especializado en temas borbónicos, José 

Infanta Isabel (La Chata)

María Zavala, atribuye casi con seguridad la paternidad de la infanta Paz, y quizá  la de las infantas Pilar y Eulalia.



Infanta Pilar

Atrás quedaban las circunstancias que llevaron a la ex reina Isabel II a desterrar al general Córdova en 1868. La relación entre su heredero Luis con la familia real era inmejorable, tanto como para ser nombrado ayudante de campo del rey Alfonso XIII el 11 de octubre de 1905, cargo que le duró apenas hasta el 13 de febrero de 1906, cuando su muerte a causa de un disparo en su casa saltó a los periódicos, dándose finalmente por hecho que se trataba de un suicidio. En La Correspondencia afirman que el móvil pudo ser ‹‹una enfermedad mental que padecía desde hace pocos días››. En El Heraldo se dice que se hallaba aquejado de hace tiempo de una dolencia y el 8 de diciembre sufrió un acceso mental y desde aquel momento no volvió la tranquilidad a su espíritu.

Infanta Eulalia

En el expediente del caso se hallan contradicciones en los testimonios, hablándose de que padecía una enfermedad que afectaba su intelecto, lo cual resulta paradójico con que se le concediera un nombramiento tan importante como ayudante del rey. Tampoco se especifica desde cuándo la padecía, ni hay constancia de que se hubiera dado de baja por enfermo en los últimos días. El nombramiento se produce por las mismas fechas de su precipitada boda con la viuda de su amigo Fernando Jordán de Urrías y Ruiz de Arana, sobrino del presunto padre de la Chata. De este matrimonio quedaron tres hijas y un hijo. El 1 de enero de 1905 Luis Fernández de Córdova cambia su testamento abierto de 15 de marzo de 1904 por uno cerrado que contiene una cláusula especial en la que lega una asignación mensual al hijo de su amigo, menor de edad, sin mencionar para nada a sus hermanas ni dejar entrever que se casaría con la viuda a finales de año, muy poco antes de morir por un disparo de revólver. Este protegido de Luis tiene como madrina de bautizo a la ex reina Isabel II.

Infanta Paz
De la correspondencia que hallé en la Real Biblioteca entre Luis, marqués de Mendigorría, y la infanta Paz entre 1891-1893, se obtienen datos muy interesantes, como la especial relación entre Luis y la infanta Eulalia, quedando patentes continuas referencias del estrecho vínculo que mantiene la infanta Paz con Miguel Tenorio, en la línea de la teoría de Zavala respecto a la paternidad de la infanta Paz. En su libro Bastardos y Borbones Zavala se apoya en que Miguel Tenorio nombró a la infanta Paz su heredera universal, lo que se concreta a la muerte de este en 1916.  Bastantes años antes, en 1893, la infanta Paz le escribe a Luis sobre las Memorias Íntimas: ‹‹Al llevárselo a Tenorio dice no haber leído en su vida nada más interesante. Ya me ha devuelto el primer tomo que he empezado a leer››.

lunes, 8 de octubre de 2018

Lanzamiento de Alfonso XII y la corona maldita




Desde que recibí la llamada de Ediciones Altera diciéndome que había ganado el Premio Hispania de Novela Histórica han pasado ocho meses para el alumbramiento de Alfonso XII y la corona maldita. Pero han sido muchos los años de trabajo e investigación invertidos, recogidos en mi libro de ensayo Voces desde el más allá de la historia. El ensayo y la novela son dos libros de estructuras muy distintas pero con un eje común: una historia estremecedora que se ha intentado ocultar, llegándose a falsear documentos e incluso libros con participación de algún historiador. Rescatar todo ese pasado enfrentándome a tantas dificultades no fue nada fácil, y solo puedo atribuirlo a mi gran motivación de reivindicar a estos antepasados que se vieron inmersos en situaciones que no buscaron y tuvieron que aceptar por imposiciones regias.


Todo lo que en el primer libro me limito a exponer, hasta donde mi investigación permite deducir, en la novela queda plasmado como una reconstrucción lo más verosímil posible, porque  no quiero desfigurar estos hechos reales en la ficción, sino más bien recrearlos y conducir al lector hacia esos acontecimientos desde el punto de vista de los personajes y sus emociones.



En esta novela hay gran parte de mí; de hecho, soy un personaje más. Tres generaciones de mis antepasados vinculados a sendos monarcas de la dinastía Borbón (Fernando VII, su hija Isabel II y el hijo de ella, Alfonso XII) conducen a una trama donde hay asesinatos, muertes silenciadas, relaciones extra maritales, intrigas palaciegas e intereses políticos que van armando el puzzle para resolver el asesinato de Federico Puig Romero y descubrir el pasado de sus padres junto a Fernando VII, reviviéndose la historia bíblica de Betsabé. El legado maldito que recae en Alfonso XII queda recogido en las páginas de esta novela, que tiene, entre las dedicatorias del comienzo, una dirigida a todos aquellos que han sufrido el abuso del poder y han sido privados de la capacidad de elección.