La picaresca
española en la esfera política haría las delicias del marqués de la Cañahueca,
protagonista del libro Manual del buen
truhán. Ciertamente, están de rabiosa actualidad algunas de las enseñanzas
que impartía a sus canallescos pupilos: ‹‹Para llegar a la cúpula hay que ser
un crápula››, ‹‹Un buen mentiroso siempre sale airoso››, ‹‹Sé corrupto siempre
y cuando escurras el bulto››… Veamos qué tiene que decir este inescrupuloso
maestro respecto a la política:
‹‹Quien oficialmente ejerce de político
maneja los negocios de estado. Lo que no se sabe es si estos son sucios o
transparentes. Como es de esperar, el marqués de la Cañahueca congeniaba
con los del primer grupo. Los políticos han de dominar el arte de la
manipulación oratoria, y es difícil creer a alguno en particular cuando se les
cree a todos en general. Digan lo que digan, convencen. Siendo este el perfil
básico de un timador, el marqués, como muchos otros, los englobaba a todos por
igual.
De haber tenido el marqués modo de alternar
con estos potenciales timadores (no siempre lo son, Dios me libre de afirmar
tal), su Clan del crimen se habría extendido hasta límites
insospechados. Pero debía conformarse con su cantera de raposos, de los cuales
tan solo un reducido número pertenecía a la tercera fase. La mayoría, de mucha
voluntad y pocas luces, no pasaban de la primera. No obstante, el marqués de la
Cañahueca no desperdiciaba a ninguno. Los trabajos más lacayiles corrían
a cargo de estos catecúmenos, de modo que en lo concerniente a golpes se
compensaba calidad con cantidad.››
Sin duda, el legado maldito que deja el
marqués de la Cañahueca en el libro Manual
del buen truhán puede ser de mucho provecho para ese sector dirigente
que se rige por máximas como ‹‹Aumenta
tus emolumentos a costa del resto de jumentos››. Para el resto de
lectores, puede resultar un libro muy divertido pero que no por ello deja de
tener un trasfondo que invita a la reflexión.
ok
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