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lunes, 27 de junio de 2016

La dinastía Borbón y el asesinato de Federico Puig Romero




Federico Puig Romero y su presunto hijo Alfonso XII.

El 22 de junio pasado se cumplieron 150 años del asesinato de Federico Puig Romero que es falseado por el gobierno de Isabel II, la cual hace concesiones extraordinarias a su viuda y huérfanos, testigos de la conspiración en su casa y al margen de los sucesos revolucionarios iniciados para derrocar a la reina en el cuartel de San Gil, donde era coronel de artillería Federico.  Los planes revolucionarios, conocidos por el gobierno, son alterados con este asesinato antes de la hora prevista, en su vivienda dentro del cuartel y sin opción de defenderse. El gobierno oculta estos hechos haciendo parecer lo ocurrido como producto de la sublevación y se pacta silencio con su familia, recurriéndose a testigos falsos e informes fraudulentos.


Isabel II.

La reina protege especialmente a los dos hijos huérfanos de Federico, supuestamente hermanos de Alfonso XII, su hijo y heredero, según consta en carta dirigida por este siendo ya rey a sus hermanos Federico y Enrique Puig Romaguera. El secreto de esta paternidad del príncipe Alfonso se mantiene lanzando rumores desde palacio sobre Enrique Puigmoltó y Mayans para así desviar la atención hacia Federico, con un negro pasado de su familia junto a Fernando VII, padre de Isabel II. Federico y su madre hubieron de aceptar sin rechistar el asalto a su dignidad que supuso ser elegidos por su reina y rey, respectivamente, cuyos caprichos se complacían a costa de vidas que estorbaban si era necesario, como sucede con el padre de Federico, cuya muerte en extrañas circunstancias y falsificación de documentos deja el camino libre al déspota para disponer a su antojo de la viuda llevándola a palacio. La historia parece repetirse con Isabel II, que elige a Federico.


Fernando VII.

Pero si la muerte de los padres de Federico, en que está involucrado directamente Fernando VII, pasa desapercibida en la historia, ocurre lo contrario con la de Federico y otros compañeros de artillería muertos en 1866, que en 1872 son noticia en todos los periódicos originando un conflicto sin precedentes en el cuerpo de artillería que concluye con la dimisión de todos los oficiales del arma y a continuación la del rey Amadeo de Saboya, traído por el general Prim en 1870 tras la salida de los borbones en 1868. Amadeo renuncia a su cargo tras firmar el decreto de disolución del cuerpo de artillería surgiendo a continuación la primera república en España el 11 de febrero de 1873.
El asesinato de Federico Puig Romero el 22 de junio de 1866 sigue sin resolver y en el encubrimiento de cómo aconteció participa la dinastía Borbón en más de un reinado. ¿Por qué interesó también taparlo al general Jorge Vigón, quien fuera preceptor de Juan Carlos I, monarca impuesto por el dictador Franco?



jueves, 11 de febrero de 2016

El conflicto artillero de 1872 y la primera república



Fuera los borbones de España desde 1868, los generales Prim y Serrano constituyeron el nuevo estado surgido tras la revolución que había aglutinado tanto a republicanos como a monárquicos que buscaban un cambio de dinastía. Prim no admitía otro sistema que no fuera monárquico y logró finalmente que aceptara este papel Amadeo de Saboya, que al llegar a España tiene que velar el cadáver de Prim, víctima de un atentado el 27 de diciembre de 1870. Con este macabro comienzo de reinado, Amadeo intentó cumplir su papel de rey que debía respetar al gobierno constituido, pero pese a su buena voluntad tenía demasiados detractores. Se decía incluso que muchos le aceptaron creyendo que no duraría, y algunos le pusieron el apodo de macarrónico por su procedencia italiana. 

En 1872 llega a ser presidente del gobierno Manuel Ruiz Zorrilla, uno de los hombres fuertes de Prim, que sin duda sabía todos los detalles de los planes revolucionarios de 1866 y más que probablemente las auténticas circunstancias del asesinato de Federico Puig Romero, supuesto padre del príncipe Alfonso, que por 1872 iba consiguiendo más adeptos, denominados alfonsinos, como alternativa monárquica desligada del reinado de su madre Isabel II.

Manuel Ruiz Zorrilla profesaba odio a los borbones y no simpatizaba con el cuerpo de artillería, al igual que otras armas que veían con recelo su origen noble y preparación científica que no reunían estas. Qué mejor arma contra los alfonsinos que provocar un conflicto con los artilleros que sacara a la luz el asesinato de Federico Puig Romero que manchaba a toda la dinastía.  El conflicto sería inmediato en cuanto se le confiriera autoridad sobre los artilleros a alguien que repugnaban: Baltasar Hidalgo de Quintana, a quien consideraban director de la matanza ocurrida en el cuartel de San Gil el 22 de junio de 1866. En realidad, Hidalgo simplemente cumplía órdenes, aunque se desmarca de ello con una carta dirigida a sus antiguos compañeros de artillería en 1867 publicada en París haciendo especial énfasis en el coronel Puig, por el que muestra gran encono e incluso parece agradecer su asesinato.

La reacción del cuerpo de artillería no podía hacerse esperar cuando se vieron obligados a acatar sus órdenes a consecuencia del nombramiento de Hidalgo como capitán general de Vascongadas y Navarra. Deciden unánimemente renunciar a sus puestos. El 18 de noviembre de 1872 todos los periódicos publican la carta de Hidalgo de 1867 y la que escriben los artilleros en réplica a esta. El conflicto alcanza hasta Ultramar, y los artilleros exigen al gobierno la destitución de Hidalgo, que no se produce, lo cual implica que todo el cuerpo de artillería renuncia a sus puestos, incluidos los cadetes de artillería, entre quienes se hallan los hijos del malogrado Federico Puig Romero, presunto padre de Alfonso XII.



El 11 de febrero de 1873 el rey Amadeo no utiliza la prerrogativa regia para apoyar a los artilleros y opta por cumplir su deber de acatar al gobierno constituido, firmando el decreto de disolución del cuerpo de artillería, con lo que no está de acuerdo, por lo que a continuación dimite. De esta crisis surge en sesión conjunta del senado y congreso la primera república, de lo que hoy se cumplen 143 años. Los secretos de la artillería vinculados a la familia real seguirían guardados por una cuestión de honor, obrando todos los artilleros como uno solo.