Hoy hace 112 años dejaba este mundo Isabel II de España en el exilio de su palacio de París. Su trono lo había abandonado a la fuerza 35 años atrás cuando triunfó la revolución de 1868. Proclamada reina a los trece, en su último año de reinado había obtenido la preciada “rosa de oro” del Papa Pío IX, quien había apadrinado al que sería Alfonso XII (ver entrada de 25 de noviembre de 2015, Alfonso XII, el puigromerejo). Su Majestad Católica Isabel II había sufrido el atentado del sacerdote Merino el 2 de febrero de 1852, lo que motivó que dicho cura fue sentenciado a muerte por intento de regicidio. Este recuerdo siempre la obsesionó al considerarse hija predilecta de la iglesia, sin que por el contrario expresara nunca el menor remordimiento de conciencia por las sombras de los fusilados del año 1866 ni de tantos otros en los años de su sangriento reinado(1).
Estatua de Isabel II en la plaza que lleva su nombre en Madrid. |
Probablemente Isabel II pensaba que su título de Majestad Católica seguiría funcionando tras su muerte, por lo que dice en su testamento, otorgado en junio de 1901, acerca de que “descendía al sepulcro con el perdón para todos las que la hubiesen ofendido”(1), sin considerar que ella hubiera podido ofender a alguien, o tal vez creyéndose con la potestad absoluta aplicable al reino de los cielos de conceder indultos que no se le solicitaban. Pero los ofendidos existían, incluso 27 años después de su muerte, cuando se proclamó la segunda república el 14 de abril de 1931. Entre el entusiasmo popular, la estatua de Isabel II alzada en la plaza que en Madrid llevaba su nombre, fue arrancada de su pedestal. "Presa de los maleantes quienes se disputaron el bronce que la formaba, fue desapareciendo a pedazos en los tugurios de los peristas”(2). Todo lo que pudo rescatarse fue el trozo de una mano y pliegues de su falda, según Répide.
En junio de 1931 la estación de Isabel II pasó a denominarse Ópera. Igualmente, la plaza de Isabel II pasó a llamarse Plaza de Fermín Galán, uno de los responsables de la fallida sublevación que en 1930 pretendió derrocar a Alfonso XIII y fue fusilado por ello el 14 de diciembre. El 5 de junio de 1937 se hacía coincidir el nombre de la estación y plaza: Fermín Galán. Esto dura hasta la dictadura de Franco impuesta tras la derrota a las fuerzas republicanas durante la guerra civil iniciada por los militares que se sublevaron contra la república legalmente constituida. En 1939 la estación volvía a denominarse Ópera, y la plaza, de Isabel II, tal como figura en la actualidad. En 1944 se encargó una réplica de la estatua tomando como modelo la de mármol que había realizado el autor de la anterior para la Biblioteca Nacional. La figura de bronce mide 2,25 metros de altura y luce una expresión seria que la distancia de su leyenda de frivolidad. Su figura, libre de veleidades, quedaría inmortalizada, mientras que la de Fermín Galán, fusilado el 14 de diciembre de 1930, sería intentada borrar pero quedaría en la memoria de los que desde entonces le consideraron el héroe que sin poder llegar a ver su sueño hecho realidad cuatro meses después murió gritando ¡viva la república!
Fermín Galán (1899-1930). |
En junio de 1931 la estación de Isabel II pasó a denominarse Ópera. Igualmente, la plaza de Isabel II pasó a llamarse Plaza de Fermín Galán, uno de los responsables de la fallida sublevación que en 1930 pretendió derrocar a Alfonso XIII y fue fusilado por ello el 14 de diciembre. El 5 de junio de 1937 se hacía coincidir el nombre de la estación y plaza: Fermín Galán. Esto dura hasta la dictadura de Franco impuesta tras la derrota a las fuerzas republicanas durante la guerra civil iniciada por los militares que se sublevaron contra la república legalmente constituida. En 1939 la estación volvía a denominarse Ópera, y la plaza, de Isabel II, tal como figura en la actualidad. En 1944 se encargó una réplica de la estatua tomando como modelo la de mármol que había realizado el autor de la anterior para la Biblioteca Nacional. La figura de bronce mide 2,25 metros de altura y luce una expresión seria que la distancia de su leyenda de frivolidad. Su figura, libre de veleidades, quedaría inmortalizada, mientras que la de Fermín Galán, fusilado el 14 de diciembre de 1930, sería intentada borrar pero quedaría en la memoria de los que desde entonces le consideraron el héroe que sin poder llegar a ver su sueño hecho realidad cuatro meses después murió gritando ¡viva la república!
(1)Pedro de Répide, Isabel II, reina de España, Espasa-Calpe, Madrid, 1932.
(2)Ibídem, Memorias de un aparecido, Vasallo de Mumbert, editor de Madrid, 1977.
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