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martes, 16 de febrero de 2016

Venganza de ultratumba contra Fernando VII


Hoy se cumplen 189 años de la muerte de Antonio Guillemi Andrada y Wanderwilde, que supuso un punto y aparte al cruel despotismo ejercido por el absoluto Fernando VII sobre los Puig Romero. Conocía demasiados secretos del monarca que no utilizó en vida por fidelidad a la corona. Él y sus hermanos tenían gran vinculación al padre de Fernando, Carlos IV, a quien este le había arrebatado la corona en 1808. Ya andaba Fernando conspirando desde 1807, cuando Antonio es nombrado secretario de cámara del infante Antonio Pascual, hermano de Carlos  IV, por su lealtad al rey coincidiendo con los sucesos del Escorial en los que anónimamente se le previno de los planes de su descastado hijo, que al parecer incluían envenenar a su madre.

Infante Antonio Pascual, tío de Fernando VII


Antonio había sido testigo del matrimonio tapadera en palacio entre su sobrino Juan y Gertrudis Romero, organizado por el déspota en 1819, al tiempo que él se casaba con la reina Josefa Amalia de Sajonia. En 1823 Fernando arremete contra los Puig Romero y los Guillelmi, sin más justificación que el mismo capricho que había despojado de dignidad a Gertrudis Romero y probablemente de la vida a su marido, muerto en extrañas circunstancias con falseamiento de defunción incluido, convirtiendo a partir de ahí a Gertrudis en su juguete sin otra elección que proteger el futuro de sus hijos, dependiente de los designios reales, sin que valiera su sacrificio para evitar ser caídos en desgracia y al poco morir siendo costeado por el rey el oficio funeral secreto de su defunción y quedando en la indigencia sus hijos, sobre los que se ejerció el más cruel despotismo.



El 16 de febrero de 1827 culmina la larga agonía de Antonio Guillelmi, despojado de todo derecho por el déspota, que no contaba con que ese fiel vasallo lo sería en vida, pero podría dejar disposiciones para después de su muerte que le pondrían contra las cuerdas. A partir de mayo se produce un cambio abrupto en la conducta de Fernando VII hacia los Puig Romero, que se ven de repente favorecidos por el otrora tirano y ahora arrastrado a sus pies, dispuesto a todas las concesiones, por difíciles que fueran. ¿Qué secretos de Antonio Guillelmi fueron tan graves para producir este cambio radical que logró doblegar al absoluto? 

sábado, 5 de diciembre de 2015

Los secretos de Antonio Guillelmi, secretario de cámara del tío de Fernando VII


Hoy hace 208 años el infante Antonio Pascual, tío de Fernando VII, designaba a su secretario de cámara. El beneficiado era Antonio Guillelmi, tío del consorte que doce años después llevaría al altar a Gertrudis Romero en la capilla real. Nada nuevo entre los Guillelmi, puesto que el finado suegro de Gertrudis se había casado en el Real Sitio del Pardo, lo que demuestra la cercanía del clan Guillelmi a los entonces reyes Carlos IV y María Luisa, así como a Manuel Godoy, valido de los reyes que llevaba todos los asuntos de estado y adquirió el título de príncipe de la Paz.

El nombramiento de Antonio Guillelmi en su cargo se basa en los méritos contraídos recién ocurridos los sucesos del Escorial, cuando un informante anónimo advierte a los reyes de la traición de su hijo, el entonces príncipe de Asturias Fernando, que pretende usurpar el trono de su padre e incluso envenenar a su madre. Desde entonces Antonio Guillemi queda encargado de todos los documentos del infante Antonio Pascual, incluidos algunos desconocidos e inéditos como los de su partida a Bayona en 1808, cuando Fernando VII, tras quitar la corona a su padre, se la regala a Napoleón y parte toda la familia real española hacia Francia.

Pero además de conocer de primera mano qué papel había desempeñado Fernando VII en las conspiraciones contra su padre, Carlos IV, Antonio Guillelmi sabía muchas más cosas. Quedó al cuidado de su díscolo sobrino, Juan, que en 1819 se casa con Gertrudis mediante matrimonio arreglado por Fernando VII al tiempo que él se casaba con Josefa Amalia de Sajonia. Al cabo de tres meses el cirujano de la Real Familia certifica que Gertrudis ha tenido un mal parto en el que difícilmente mediaría su consorte, que servía para cubrir apariencias ante la nueva reina esperando a cambio que el rey cumpliera lo pactado.

Antonio Guillelmi cae en desgracia junto con Gertrudis y su familia desde finales de 1823. Su lealtad a los reyes padres, exiliados en Roma hasta su muerte casi simultánea a comienzos de 1819, le impidió revelar datos graves que no tuvo reparo en usar en 1827, cuando ya al borde de la tumba sentía la carga de todas las vidas fustigadas por el actual representante de la corona, Fernando.



De ejercer sobre los huérfanos el mayor despotismo desde 1824, Fernando VII cambia abruptamente al poco de morir Antonio Guillelmi y está dispuesto a todas las concesiones, recurriéndose a falsificaciones y bolsillo secreto del rey para favorecerles. Poco  después el confesor de la reina madre intenta chantajear a Fernando VII con relación al verdadero origen de la real prole de su madre, sin otro resultado que ser encarcelado de por vida. Todo lo contrario a los huérfanos Puig Romero pocos meses antes. El legado que pudiera haberles dejado Antonio Guillelmi tenía tanto poder como para doblegar al absoluto.