En entrada pasada Voces desde el más allá de la historia se halló presente en la presentación de Los manuscritos de Teresa Panza, novela que nos traslada a los tiempos cervantinos donde Don Quijote da paso a una nueva generación encarnada en la protagonista, Teresa Panza. Tras su lectura no puede menos que aplaudirse a su autor, Paco Arenas, e intentar indagar en sus motivaciones y sentimientos. Y nada mejor que la poesía para fotografiar el alma en sus momentos de explosión que brota con la necesidad de emerger y calar en los sentimientos de quienes los captan. Las abarcas del campesino analfabeto que soñó ser poeta nos invita a asomarnos a ese espíritu atrapado en las limitaciones de una vida con desigualdad de oportunidades que Paco Arenas no pierde oportunidad de reivindicar.
Podría calificarse de poesía social en parte, pero yo, en mi modesta opinión de lectora y no entendida de poesía, percibo mucho más que eso. Si en Los manuscritos de Teresa Panza la protagonista tiene tanta fuerza que casi parece llevar de su mano al autor, en sus poemas Paco Arenas es quien nos va dirigiendo para hacernos adentrar en distintas épocas y vivencias, no de modo frío e impersonal, sino desde el mismo sentimiento, generando la inmediata reacción del interlocutor en que convierte a su lector.
A mí me ha aportado muchísimo esta lectura, llena de emociones contenidas, de retratos sociales ignorados u olvidados, de impotencia, de frustración, de superación, de humildad, de frenesí, de amor y desamor, de autenticidad y compromiso… En definitiva, una lección de vida y sentimiento que mueve a la reflexión y a la reacción, porque en cada uno de nosotros hay un Paco Arenas que pugna por salir y lanzar al viento reivindicaciones, ideales y lucha. Y si su padre pudiera hablar, seguramente diría que se ha ganado a pulso el honor de calzar sus abarcas.
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